miércoles, 6 de octubre de 2010

LA RUPTURA CON LAS PRECONSTRUCCIONES ESPONTÁNEAS O CULTAS. PATRICK CHAMPAGNE

En Las reglas del método sociológico, Durkheim afirmaba la existencia de un corte radical entre lo que él denominaba las "prenociones", que son "productos de la experiencia vulgar... formadas por la práctica y para ella" (Durkheim 1985, p. 16), y las nociones propiamente científicas que el sociólogo ha de elaborar y poner en práctica. El sociólogo ha de tomar en cuenta el hecho de que hoy existe un verdadero "sentido común culto", una especie de mezcla de sentido común ordinario y de productos de las ciencias sociales.
El ejemplo de los sondeos de opinión es, en este aspecto, particularmente interesante en la medida en que éstos se han vuelto omnipresentes en la escena política y ofrecen todas las apariencias de la ciencia. A petición de las autoridades políticas y sobre todo en la actualidad por los órganos de la prensa nacional, se realizan cotidianamente sondeos de opinión, múltiples y variados, para medir las intenciones del voto de los ciudadanos, la cuota de popularidad de los dirigentes políticos, etc. Éste análisis crítico de los sondeos de opinión pública no sólo es útil desde un punto de vista metodológico o epistemológico, sino que es necesario también porque esta práctica constituye en la actualidad un importante obstáculo para la propia sociología. Los sondeos de opinión, que no hacen más que dar forma, con toda la apariencia de ciencia, al sentido común, representa hoy en día una nueva imagen de la ciencia social que debe toda su fuerza al hecho de que coincide con los intereses de múltiples fracciones de la clase dominante, en especial en los círculos políticos y periodísticos. Los sondeos de opinión pueden ser considerados como una técnica simple y relativamente confiable.
Como la encuesta por sondeo no es más que una simple técnica que consiste en definitiva en administrar un cuestionario a una muestra de población, es comprensible la extrema diversidad de las encuestas que se pueden colocar bajo esta denominación técnica y la gran confusión, muchas veces interesada, que preside la discusión referente a su validez. La expresión "sondeos de opinión" cubre así una gran variedad de encuestas, sin relación las unas con las otras, que conviene por lo tanto distinguir para apreciar el valor científico que poseen.
No cabe duda de que raras veces se puede decir a priori, independientemente del objeto de una investigación, qué población conviene escoger e interrogar.
El sociólogo debe pues, preguntarse sobre los datos que utiliza y que él cree que ha producido por el solo hecho de haberlos recabado, en la medida en que estos datos son en realidad el producto de todo un proceso social.
En las encuestas socíológicas, el cuestionario no es sino un elemento, y no necesariamente el más importante, de un dispositivo de encuesta mucho más diversificado, que apela simultáneamnete a todo un conjunto de técnicas de recabamiento de datos: entrevistas a profundidad a los informadores, observación etnográfica, monografás de familias o de grupos sociales, constitución de fivheros, análisis secundario de documentos diversos, etcétera.
La encuesta sociológica ha de construir su objeto y asi mismo sus "datos". No hay hechos brutos que el sociólogo pueda simplemente recabar y que serían válidos independientemente de toda construcción teórica. La realidad siempre proporciona datos "preconstuidos" que el sociólogo ha de "desconstruir" previamente. Los "datos" exigen siempre ser interpretados e integrados a una problemática y no pueden nunca hablar por ellos mismos.

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